sábado, 24 de julio de 2010

Ministerio de Cultura

El pasado 14 de julio la Comisión Permanente del Congreso aprobó en segunda votación la ley de creación del Ministerio de Cultura, con 24 votos a favor, 4 abstenciones y ninguno en contra. El 23 de junio se realizó la primera votación de este dictamen en el pleno del Congreso, con 65 votos a favor, seis en contra y 16 abstenciones.

Esta nueva cartera se encargará de la formulación, planeación, dirección, coordinación, ejecución, supervisión, evaluación y fiscalización de las políticas nacionales del Estado en materia de cultura, aplicable en todos los niveles de gobierno. Asimismo, tendrá como competencia implementar y administrar el sistema de registro nacional de bienes de patrimonio cultural, creadores, productores de arte y de especialidades afines, entre otros.
Este sector tendrá dos viceministerios: el de patrimonio cultural e industrias culturales, y el de interculturalidad y promoción de las letras y artes.




Los organismos públicos adscritos a ese sector serán el Instituto Nacional de Cultura (INC); el Instituto de Radio y Televisión del Perú (que maneja TV Perú y Radio Nacional); el Instituto Nacional de Desarrollo de los Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos (Indepa); la Biblioteca Nacional del Perú; el Archivo General de la Nación y la Academia Mayor de la Lengua Quechua.
El Poder Ejecutivo ya dispuso la fusión y transferencia al flamante Ministerio de Cultura de todos los organismos vinculados al ámbito cultural. Esto debe darse en un plazo no menor de 90 días.



Editorial: Los retos del nuevo Ministerio de Cultura

Tras un largo debate público y parlamentario el Gobierno creó, finalmente, el Ministerio de Cultura, a través del cual se busca una presencia más activa del Estado en la promoción de la actividad, la creación y la industria cultural, así como en la conservación y puesta en valor de nuestro riquísimo patrimonio —tangible e intangible— artístico, histórico y arqueológico.

Ahora la principal preocupación es cómo asegurar la eficiencia, el dinamismo y la sostenibilidad en el tiempo de una entidad tan compleja y vasta en sus alcances que absorbe al Instituto Nacional de Cultura (INC), la Biblioteca Nacional del Perú (BNP), al Archivo General de la Nación y también a la Academia Mayor de la Lengua Quechua, al Instituto Nacional de Desarrollo de los Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuano (Indepa) e incluso al Instituto de Radio y Televisión Peruana (IRTP).

De momento la discusión se centra en la designación del ministro o ministra que cuente con las capacidades y el perfil necesario para poner en marcha una nueva entidad de la que se espera quizá demasiado. Se supone que será una personalidad de reconocida trayectoria, con experiencia en gestión y con la sensatez suficiente para rodearse de un equipo técnico, altamente especializado, exento de presiones políticas o partidarias.

El reto es enorme y la valla muy alta. Por lo mismo es fundamental que se aclaren y definan las partidas presupuestales necesarias y proporcionales a los objetivos de un nuevo ministerio en el que recaerá la tarea de salvaguardar y lograr avances en lo que está más íntimamente ligado a nuestra identidad. El ministerio deberá, además, tener capacidad e independencia para coordinar adecuadamente con el sector privado.

Resulta importante, novedoso y esperanzador que la nueva ley incorpore la institución del mecenazgo, para brindar incentivos tributarios a donantes privados que inviertan en gestión cultural. Una modificación tributaria que es la más clara señal de un gobierno que apuesta sinceramente por este proyecto. Si bien es un tema interesante, resulta delicado, por lo que habrá que reglamentar adecuadamente para evitar excesos y abusos con esta figura y asegurarse de que su ámbito de acción no se circunscriba a Lima sino que llegue, de modo descentralizado e inclusivo, a todo el país.

Habrá que estar también alertas para que el Ministerio de Cultura no caiga en el burocratismo dispendioso y paralizante y, en el caso de las nuevas creaciones, que no se hunda en extremos elitistas o las seudoexpresiones artísticas populacheras o propagandísticas.

Vale aquí recordar lo escrito por Mario Vargas Llosa en el diario “El País”, de España, a fines de los años 90 del siglo pasado: “En la actualidad todo puede ser arte y nada lo es, según el soberano capricho de los espectadores, elevados, en razón del naufragio de todos los patrones estéticos, al nivel de árbitros y jueces que antaño detentaban solo ciertos críticos. El único criterio más o menos generalizado para las obras de arte en la actualidad no tiene nada de artístico; es el impuesto por un mercado [...] que de ninguna manera revela gustos y sensibilidades estéticas, solo operaciones publicitarias [...]”.

Otro reto de la nueva cartera será combinar adecuadamente los objetivos de promoción y gestión cultural con las metas de crecimiento del turismo interno y receptivo, para lo cual nuestro legado arqueológico y arquitectónico es fundamental, así como la asociación del entorno natural al cultural. Natura y cultura están estrechamente vinculadas. Baste recordar el Bosque de Pomac como centro de poder de la cultura Sicán o Lambayeque, o las múltiples especies de flora y fauna que albergan los bosques que rodean Machu Picchu y que son parte de una heredad que permite comprender mejor el conocimiento y dominio de los incas sobre el medio ambiente.

Existen experiencias exitosas en otros países que aquí podrían repetirse, adecuándolas a nuestra realidad multiétnica y pluricultural, y generar, además, los proyectos en favor de la cultura que el país tanto espera.

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